Mi punto de partida no será mi infancia, no será mi adolescencia, no será la fatiga al subir unas escaleras, no será la mirada del mundo que juzga desde la ignorancia, no será la crueldad de unos y la lástima de otros que ven la obesidad como algo opcional para aquellos que la padecen. No es opcional, no se escoge…hábitos alimenticios, costumbres, una vida sedentaria, una dieta, una báscula y un cuerpo que paradójicamente día a día se empequeñece.

¡Borrón y vida nueva!

Mi punto de partida será el momento en el que decidí frenar, parar en seco, mirar al frente y optar por la intervención. Si, optar, esto también es optativo y a día de hoy ha sido la decisión más importante que he tomado en mi vida.

Te apoyas en los demás…pero la decisión la tienes tú. Así, el 22 de abril de 2010 empecé una nueva vida, tomé una decisión que me hizo cambiar mi cuerpo y mi espíritu. No ha sido un camino fácil, varios obstáculos retrasaron mi fin. Tras la intervención caminé despacio, hubo momentos en los que quise retroceder, en los que mi arrepentimiento era tan fuerte que anulaba mi fin. Una semana después de la operación me detectaron una fístula, el mundo se me caía encima, y no sólo a mí,  a mi familia, a mi pareja y a mí alrededor. Fue un proceso lento y duro pero mereció la pena y si volviese a vivir ese 22 de abril mi decisión sería la misma. Señalo este obstáculo de mi camino con el fin de animar a aquellos que estén sufriendo un contratiempo de este tipo, hay que luchar con ganas y perseguir con las mismas ganas nuestra meta. En este punto me gustaría agradecer al equipo médico que me atendió (Manuel Ferrer Ayza y Manuel Ferrer Márquez) su saber hacer y saber estar, una sonrisa, una palabras, un trato humano y profesional. Señalar también la atención prestada por el personal de enfermería que estuvo al “pie del cañón” durante los setenta y dos días de ingreso.

Por otro lado, agradecer el apoyo incondicional de mi familia, de mi pareja, de mis amigos, que me han ayudado día a día en este proceso y aún lo siguen haciendo.

Así, el tiempo pasa, las situaciones vividas pasan y como todo forman parte del recuerdo, a día de hoy, hace dos años que empecé este cambio de vida que ha supuesto tanto para mí y que quiero compartir con todo aquel que dude o no encuentre una salida a la enfermedad tan compleja que supone ser obeso. Hace dos años la báscula marcaba tres cifras (126 kilos), hoy sólo dos (58 kilos). He dejado en el recuerdo 68 kilos que han marcado mi día a día, que me han hecho sentirme bien, sentirme importante.

Quiero dejar claro que no es una salida fácil y cómoda, como he dicho anteriormente, es un camino lento, retador, lleno de obstáculos, de pautas que seguir…en el que no sólo debe cambiar nuestro aspecto físico, aún más importante es cambiar nuestro día a día. Educar nuestras costumbres alimenticias, nuestra actividad física, nuestra mente y nuestros deseos.

He llegado a la meta que me propuse, he alcanzado mi fin, satisfecha como nunca lo he estado de ninguno de mis logros, sigo caminando, a veces, miro hacia atrás, pero sin perder el sentido. No he dejado de vivir el placer de una buena comida, aún más, ahora ese placer es más intenso…no se arrepiente, no duda, sigue caminando.

Finalmente, señalar que me siento satisfecha y con ganas de vivir y sentir lo que cada día la vida me ofrece.

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