He tomado varias decisiones en mi vida, decisiones en ocasiones muy
casarme, tener a mi hijo, cambiar de trabajo…
Todas ellas tienen una cosa en común: me la he jugado a una carta. En todas, aunque han sido muy importantes para mí, en ninguna me jugaba la vida. Eso fue lo que hizo que decidiera hacerme la intervención.
La vida es muy bonita cuando no tienes limitaciones físicas. Si estás limitado para jugar con tu hijo, si estás limitado para estar con tu mujer, no merece la pena continuar. La estética es muy importante pero te puedo asegurar que es secundario. Lo importante son las personas que te quieren y para ellos siempre estás bien, aunque peses 150kg; pero las limitaciones, ésas solo las padeces tu.
Después de la operación con el paso del tiempo esas cosas se olvidan y te quedas con la calidad de vida que vas ganando día a día.
Hace casi tres años de mi operación y cada vez me alegro más de haber tomado la decisión que tomé y lo más importante los míos se alegran aun más que yo.