Todo comenzó siendo una adolescente y hoy tengo 40. Con 17 años engordé 15 kilos. Entonces  pesaba 61 y me puse a dieta. Al principio los dejé, pero empecé a engordar  y llegué  a los 90.  Me casé a los 23 años cuando pesaba  90 kilos  y tuve a mi primera hija engordando otros 8 kilos más. Conseguí volver a los 90 y tuve a mi segundo hijo con 27 años y engorde 5 kilos. Me volví a quedar en 90 kilos, pero me puse a dieta, porque dándole el pecho engordé y me puse en 106.  Conseguí adelgazar  36 kilos en tres meses, pero luego engordé hasta pesar 141 y empecé a sufrir muchísimo: dolores, cansancio, depresiones, baja autoestima, complejos…

Llegó el momento de plantearme la reducción de estómago porque  ya no tenía vida, era un infierno, no disfrutaba de mis hijo, ni de mi marido, ni de mi vida. Cuando consulté al doctor Ferrer me dijo que la operación tenía su riesgo y yo me reí. Él se enfadó y me regañó,  y me dijo que no era cosa de risa, pero entonces yo le conteste que para mí sí lo era, ya que si yo ponía en una balanza lo bueno y lo malo de mi vida ganaba lo malo. Si me podía pasar en la operación algo malo,  también me podía pasar por la obesidad que tenía  y él se calló.

Gracias a apoyo de mi marido, mi familia y amigos, estaba muy animada a la operación.  Cuando  me llamó el doctor Ferrer casi me subo a la lámpara de la emoción, no podía creer que había llegado mi momento. Aunque realmente todo acababa de empezar.  Cuando me operé  fue como nacer de nuevo. He tenido que adaptarme a esta nueva vida que el equipo del doctor Ferrer me ha concedido y estaré siempre agradecida con ellos. No  hay nada en este mundo para pagarles lo que han hecho por mí. Ahora estoy viviendo de nuevo una vida que ya había olvidado: muchas ganas de vivir, de disfrutar de mi familia (sobre todo de mis hijos) y amigos, pasear, caminar, jugar con ellos aunque ya sean más grandes. He recuperado y seguiré recuperando lo perdido. Me volvería a operar mil veces más.

Recuerdo cuando estaba en el hospital que le dije a mi marido que si pudiera cogería la ventana y me  tiraría por ella. El doctor Ferrer vino a darme el alta y me animó. Volví a casa y comenzó mi nueva vida… ya soy otra persona y me siento genial.

Animo a todos los que pasan por esta enfermedad tan dura porque sé lo que piensan. Te duermes siendo una persona y despiertas siendo otra. Es nacer de nuevo.  Gracias a vosotros,  mis ángeles de la guarda.  Vosotros habéis sido mi salvación. Seguiría contado muchísimas cosas que han cambiado en mi vida, pero nunca terminaría.  Solo os digo que no tengo palabras para expresar esto: siento estas ganas de vivir gracias a todos los que han estado a mi lado en mi antigua vida y en mi nueva vida, es alucinante.

Gracias a todos. Besossss

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