Las personas con diabetes tienen un riesgo 2,61 veces mayor de desarrollar el tumor. Y, además, este riesgo se incrementa proporcionalmente con el aumento de peso.
A día de hoy se sabe que el exceso de peso se asocia a un mayor riesgo de padecer diferentes tipos de cáncer. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado recientemente un informe en el que relaciona la obesidad con hasta ocho enfermedades oncológicas. Es el caso, entre otros, del cáncer de hígado. Pero un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Sociedad Americana Contra el Cáncer (ACS) va aún más allá. Y es que de acuerdo con los resultados, publicados en la revista «Cancer Research», el exceso de peso, ya sea valorado a partir del índice de masa corporal (IMC) o del perímetro de la cintura, incrementa, y mucho, el riesgo de cáncer hepático. Un riesgo, además, que incluso es mayor en los casos en los que la obesidad se acompaña de diabetes. Un aspecto a tener muy en cuenta dado que, por sí sola, la diabetes tipo 2 ya aumenta hasta 2,61 veces la probabilidad de aparición de un tumor en el hígado.
Como explica Peter Campbell, director de la investigación, «nuestros resultados suponen una razón adicional para mantener un peso ‘normal’. Unos resultados, además, que son consistentes con otros hallazgos que indican que la obesidad y la diabetes podrían estar jugando un papel en el rápido incremento de la incidencia de cáncer de hígado en la última década. Y es que el cáncer hepático no se asocia únicamente con el consumo de alcohol y las infecciones por hepatitis virales».
La incidencia del cáncer de hígado se ha triplicado en Estados Unidos en las últimas cuatro décadas. Un período en el que, asimismo, los casos de obesidad y de diabetes tipo 2 se han disparado. Entonces, ¿puede esperarse que exista una relación entre, por un lado, los tumores hepáticos y, por otro, la obesidad y la diabetes? Pues para evaluar esta posibilidad, los autores revisaron los datos de 14 grandes estudios prospectivos llevados a cabo con 1,57 millones de adultos que, sin diagnóstico de cáncer de hígado en el momento de su reclutamiento, habían contestado a distintos cuestionarios para conocer su peso, estatura, consumo de alcohol, hábito tabáquico y otros factores de riesgo de cáncer hepático.
Los resultados mostraron que cada incremento de 5 kg/m² en el IMC se asoció con un aumento muy significativo del riesgo de desarrollo de cáncer de hígado –de un 25% en el caso de las mujeres y de hasta un 38% en el de los varones.
Asimismo, y con independencia del sexo del participante, el aumento de 5 cm en el perímetro de la cintura conllevó un incremento de la probabilidad de aparición del tumor del 8%.
Y lo que es más importante, con independencia del consumo de alcohol, el hábito tabáquico y el IMC, los participantes con diabetes tipo 2 tuvieron un riesgo hasta 2,61 veces mayor de padecer un tumor en el hígado. Es más; este riesgo, ya de por sí muy considerable, se incrementó de forma paralela con el IMC.
En definitiva, el aumento de la prevalencia de la obesidad y de una de sus principales enfermedades asociadas –la diabetes tipo 2– explica, cuando menos parcialmente, el notable incremento de los casos de cáncer hepático tanto en Estados Unidos como en todo el mundo.
Como refiere el director de la investigación, «el riesgo de desarrollar un cáncer hepático a lo largo de la vida se establece en torno al 1% en Estados Unidos. Así, 8 de cada 100.000 adultos acaban padeciendo el tumor cada año. Y según muestran nuestros resultados, el riesgo de aparición de este tipo de cáncer es más del doble en la población con diabetes tipo 2».
Por tanto, y con objeto de combatir la creciente incidencia del cáncer hepático, los autores inciden en la necesidad de dedicar más esfuerzos a la lucha frente a la obesidad.
Como concluye Katherine A. McGlynn, co-autora de la investigación, «desde una perspectiva de salud pública, nuestros resultados son muy importantes porque, desafortunadamente, la obesidad y la diabetes son muy comunes en la población. Y si bien hay otros factores de riesgo muy bien establecidos para el tumor, caso de los virus de las hepatitis B y C, son factores mucho menos comunes que la obesidad o la diabetes».